Cicatrización natural
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En el momento de la extracción del diente, el alveolo se llena de sangre. Esta herida activa una cascada de coagulación que conduce a la formación de un coágulo de fibrina. Este coágulo sanguíneo es el punto de partida de la cicatrización y regeneración del alveolo. Los factores de señalización presentes en la sangre promueven la formación de vasos sanguíneos (angiogénesis); también atraen las células progenitoras e inmunológicas circulantes así como a células del tejido conectivo, que migran hacia el interior del coágulo y forman el tejido de granulación. En un plazo de unas pocas semanas, el tejido de granulación se reorganiza y comienza la regeneración ósea del alveolo. Por ello, la formación de un coágulo estable tiene una gran importancia para la regeneración del alveolo; esto puede ser conseguido sellando el alveolo.
La estabilización puede ser conseguida sellando el alveolo con un injerto de tejidos blandos (técnica de sellado alveolar o “socket seal”) o protegiéndolo mediante la aplicación de una esponja de colágeno (collacone®). La estructura esponjosa de collacone® estabiliza el coágulo y proporciona una estructura ideal para la adhesión de trombocitos, fibroblastos y osteoblastos. Vasos sanguíneos finos crecen hacia el interior y a través del cono; como resultado de ello, el tejido inicial formado en el alveolo recibe oxígeno, nutrientes y las moléculas de señalización esenciales que contribuyen a la regeneración ósea.
Aunque el volumen de hueso normalmente es adecuado después de 4–8 semanas (ya que la reabsorción del hueso alveolar todavía no ha comenzado), cualquier defecto óseo existente en los alveolos puede ser tratado en el momento de la colocación del implante con un material de injerto y un recubrimiento con membrana.